29.12.10

Spinning.

Rara vez retomo la actividad feliz y con energía; subirme a la bici después de un tiempo más bien me cuesta un ojo, un riñón y los dos pulmones.

Ni bien me subo, me siento y está TODO mal. La primer cuestión es de tamaño, el asiento es chico en sí mismo y además me recuerda que mi trasero es grande, entonces se me clava, me duele, me molesta, no se como ponerme. La segunda cuestión es de posición, el asiento nunca está lo suficientemente atrás y si lo atraso no está tan adelante como me gustaría; además el manubrio también me complica la existencia: como tengo problemas lumbares tiene que estar alto, pero resulta que el muy choto sube en diagonal hacia adelante, entonces, mientras más arriba está el manubrio, más lejos está de mi cuerpo, y ahí vuelvo con el problema del asiento. Me termino conformando.

Empieza la música, me mentalizo: Es solamente una hora, con suerte 50 minutos. Voy a sobrevivir..?

El primer track pasa rápido; empezar a sentir los músculos ayuda a vencer la inercia y la música también hace lo suyo. Tum, tum, tum, tum; los pedales siguen a las negras. El calor empieza a subir y el agua sale de adentro para afuera. Acelero! Tum, tum, tum, tum; ahora hay que perseguir las corcheas.

El vapor satura el lugar, se va acabando el aire respirable. El agua que salió me empieza a chorrear por la cara, formándose una gota en la punta de la nariz muy pero MUY molesta y el corazón me late tanto y tan rápido que lo escucho y me golpea, pero sigo ahí, arriba de ese elemento de tortura pedaleando atrás del tum tum de la música.

De repente cometo un GRAVE error: levanto la vista y miro alrededor. Me canso instantáneamente; la gente pedalea tan rápido que los colores de las zapatillas espaciales se les mezclan y los pies se les convierten en un halo fluorescente que dibuja un círculo. En ese momento paro, me detesto, sufro; busco al menos 10 razones que me llevaron a estar ahí y solamente hay una, que resulta ser el denominador común de todos los locos de mierda que nos juntamos en ese cuarto por haber optado por el masoquismo posmoderno: un buen culo. Lo bueno es evidente: mirando alrededor te das cuenta de que el culo que soñaste toda tu vida existe! pero arriba de la bici se siente lo malo del asunto: ese culo está en Mendoza y tenés que alcanzarlo pedaleando duro... con la bici fija. Lo que más me deprime es que esta paradoja fue vencida por casi todos los que están pedaleando en esa sala psicótica, no se como carajo pero llegaron a Mendoza y volvieron y están yendo de nuevo... y todo en la bici fija!!!

En ese momento me consuela pensar que puedo pararme e irme cuando se me cante, si señor, yo soy dueña de mis decisiones, yo soy dueña de mi vida, yo soy dueña, yo soy dueña. No, no soy dueña un cuerno, si me paro y me voy me da un ataque cardíaco que me quedo seca con la mano en la puerta. No hay alternativa más que aguantar.

Pero cuando estoy indecisa entre vomitar y el dolor de cabeza, y la gota de transpiración en la nariz, el asiento clavado en el culo y el dolor de las lumbares, con ganas de salir para jugar el Loto y con el premio hacerme una liposucción, de repente me resigno y empiezo a acelerar, vuelvo al minuto uno, al punto de largada, me olvido de la bici, me olvido del culo en Mendoza y escucho la música. Me imagino la sangre llegando hasta los confines de mi cuerpo y calentándolo.

Miro el reloj: minuto 50. Aflojo la carga y solitas aflojan las pulsaciones. El aire vuelve a inflarme los pulmones y llego al final del viaje: pasó una clase más. Salgo de la escena del crimen como recién salida del mar, camino por la calle. Se me da por mirarme en un vidrio y de la imagen recibo una mezcla de pena y repulsión: la piel bordó, el pelo pegajoso y punk, enrollado en una gomita mugrosa. Y no me importa, en pocos minutos me olvido por completo de lo terriblemente tortuosa que fue la hora anterior y no me importa nada más. Llego a casa, me tengo que recomponer y de a poco, volver a ser persona.

Me saco todo, me baño, restauro la temperatura corporal a un nivel normal y cuando ya bajé los decibeles lo suficiente, el mundo se vuelve de colores pasteles y todo es paz y dicha. Las 24hs siguientes consisten solamente en disfrutar el efecto de las endorfinas.

El punto es que ayer rendí un final y hoy estoy drogada con felicidad. Los finales siempre son una clase de spinning.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Motivador.
.b

Flo® dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Flo® dijo...

Post no apto para bichitos vagonetas que no quieren hacer gimnasia.