16.12.10

Simple apetit.

Junto con los centros culturales, los colectivos teatrales, los megagimnasios abiertos 24-7, las "cadenas" o "franquicias" (básicamente, réplicas de negocios de cualquier rubro), y las rotiserías vegetarianas chinas, es distintivo top de esta ciudad neurótica los restaurantes con nombre original. "Santagula", "Enfundá la mandolina", “Un Gallo para Esculapio”, “Pájaro que comió, voló”, “En el nombre del postre” o “Te quiero mucho, poquito, nada” ,"Siamo en el Forno", "La casa del queso", "Efímero festín", "Perón, perón", "Me mata Buenos Aires", "La sartén por el mango", son flashes que me vienen a la cabeza de cada viaje en bondi o alguna pasada. Pretenciosos, buscan distinguirse todos de todos, pero tienen como denominador común la compleja decoración (casi siempre abigarrada y con alguna temática), y la dramáticamente acotada carta, con precios de moderados para arriba.

Advertencias básicas para sobrevivir a una de estas experiencias palermitanas: Antes que nada, la identificación del lugar, la cual puede ser fácil si a la vista es un lugar de comidas simple pero en su nombre tiene palabras como 'bistró', 'almacen' o 'restó'. Ojo a la hora de pedir: En esos lugares no venden milanesa con ensalada, sino 'loncha de carne ensobrada en virutas de pan sobre colchón de verdes' que es algo completamente distinto; pueden darte un guiso de lentejas, pero el nombre lo hará sonar a "Salmón rosado de las aguas benditas de las Islas Galápagos que brilla por las pepitas de oro incrustadas en sus fibras". Las ensaladas se condimentan con 'aceto y oliva'. En las paneras abunda el pan de pizza y los diminutos saborizados. Si pedís "Papas rústicas" te van a traer pedazos de papa con cáscara. Las mezclas de ingredientes suelen no caber en el imaginario popular: "Lasagna de hongos, ricotta, champignones, atún, calabaza y espinaca, con salsa caprezze de tomate, albahaca y láminas de parmesano" (Eso lo podría haber hecho en casa, si llegaba un día a las 11 de la noche y me arreglaba con todo lo que había en la alacena mezclándolo, aunque tendría que contar con sobras sofisticadas). En esos lugares no hay mozo, hay mesera y con alforja a la cintura (el cinturón ese de tela que tiene bolsillitos). El intermediario entre el consumidor, la mesera, el tícket y el dinero (o el débito) es una especie de librito sin hojas y de cuero; todos se conjugan en un intercambio confuso pero finalmente exitoso. Y por último, no salir corriendo ante el dilema: "propina o con el servicio de mesa ya está?" La respuesta es simple: propina. El servicio de mesa paga todas las boludeces con las que a uno lo compran ni bien se sienta y piensa "que atenta que es la gente de este lugar!"; el vinito, la panerita copada, el menjunje, los grisines con semillas; nada es gratis en la vida y en ese lugar, menos.

En fin, para mi es un mundo nuevo. En Moreno el mundo gastronómico se reduce a la pizza de "La Nápoli" , los canelones de "La curva" y los sanguches de vacío de "La rueda". Y si queremos elevar el nivel, podemos ir a por un plato elaborado de "La Posta" o el clásico tano "Nonna Marietta". Grisines, vino de la casa, dos cubiertos y un vaso por cabeza.

No hay comentarios.: