28.1.11

Volviendo al vicio.

Siempre me pasa cuando termino de cursar que me siento de vacaciones. No importa si estoy preparando un final y trabajando 7hs diarias, no tengo que cargar la mochila universitaria y eso se traduce en sentimiento de vacaciones que necesariamente implica un cambio de rutina.

Primero, Diciembre de gimnasio, melón, mucho melón, mucho jamón y siestas. Le siguió un Enero de reencuentro con la costa atlántica después de cuatro veranos; empezó en Necochea y terminó en Claromecó. Cualquier otro verano no hubiese sido necesaria la aclaración, pero este verano es distinto: NO fui a Claromecó porque era el lugar TOP del 2011, FUI a Claromecó porque SOY una auténtica claromecopada, que va desde los CERO años y vivió en la villa balnearia algó así como 40 meses no consecutivos de su vida y de paso aprovecho para manifestar que los claromecopados estamos todos del orto con esa propagandita del faro multimedia. Antes cuando contaba a donde me iba de vacaciones tenía que tomar aire y explicar: que cerca de Necochea, que cerca de Bahía Blanca, que una playa, que voy desde siempre. Este año fue inédito, el “claromeque??” fue reemplazado por un “Ah! Claromecopa!” como si tuviesen idea de donde queda, no, no tienen ni puta idea, en la tele queda, en la tele.

De esas dos semanas recolecté varios vicios. Por un lado cafecito después de comer en alguna confitería paqueta y por otro la ineludible máquina de sacar muñecos. Soy conciente de que el cafecito que vino a reemplazar a la cerveza denota edad y también que decirlo de esta manera es básicamente un manifiesto de vieja chota, pero se volvió inevitable. Por otro lado, la cuestión de los peluches. No importa cuan feo, cuan deforme, cuan colorinche pueda ser porque el peluche no importa, es la magia del brazo mecánico agarrando la tela suavecita y levantándola que es tan o más grande que la masita mantecosa con membrillo que acompaña la infusión. Otro vicio nuevo: The Big Bang Theory; era un capítulo y otro y otro y otro y otro y..se me acabó la batería de la notebook. Y dejé para contar a lo último el vicio más peligroso de la lista, uno en el que nunca pensé que iba a caer: El juego. Descubrí que Facebook puede funcionar como una plataforma de juegos con cosas muy adictivas, como el Biotronic o el Bubble Spinner (ADVERTENCIA: Clickear en los links anteriores es un viaje de ida) y así caí; de un día para el otro se metió en mi vida interrumpiendo las actividades habituales, las relaciones sociales, las necesidades fisiológicas y cualquier otra actividad que involucre interacción con el medio. Estoy intentando superarlo, pero el botón de "Play again" está tan ahí, tan disponible que tengo que apretarlo.

Ahora estoy de vuelta, con trabajo nuevo, en año nuevo y volviendo al vicio, volviendo al blog...Bazinga!

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