10.3.10

Ésta.

Decisión. Ya de por si  la palabra, siempre me complicó la vida. La cosa de la ‘s’ y la ‘c’, que primero una y después la otra, me resultaba evidente en todos los casos, salvo en ese. Pero además, soy indecisa por naturaleza. Por no tener que decidir suelo decir que ‘si‘ o que ‘no’ a todo, y el resultado el siempre el mismo; eventualmente me quiero matar.

Las cosas tienen que venir en un solo sabor, en un solo color y  en un solo modelo. O a lo sumo en dos. La gente bendice la posibilidad de elegir entre un amplio espectro de opciones. Se supone que es algo bueno. Que es sinónimo de evolución. A mi, sinceramente me complica la vida.

En los negocios de ropa me veo obligada a recorrer los percheros en sentido derecho e inverso repetidas veces , simulando que estoy ‘chequeando que no me gusta nada más de todo lo que hay, para después ir a pagar una de esas dos remeras que dejé en stand-by en el mostrador’ . La triste realidad, es que mientras revuelvo los percheros, estoy pensando en esas dos remeras y en nada más en el mundo. Evalúo ventajas y desventajas de cada color, de cada remera, de cada modelo. Armo posibles combinaciones mentales de colores y con la ropa de mi placard. La pregunta es ‘hasta cuando?’ y bueno, hasta que pasa una cantidad de tiempo considerable como para que la vendedora empiece a sospechar de mi honestidad (o bien de mi sanidad mental) y es ahí cuando vuelvo al mostrador y pago por una de las dos; pero no por haberlo decidido. Obviamente, si puedo llevarme las dos lo hago. Pero si no sucede, no necesariamente es por impedimento económico. Puede que esas dos remeras que me esperan en el mostrador sean exactamente iguales, salvo el color, o salvo el talle, y llevarme ambas me haga sentir más estúpida que indecisa.

Últimamente, una decisión que me atormenta es la que cumple con el principio de ‘lo mejor, para el final’. Siempre lo respeto, pero a veces se me hace difícil. Si estoy frente a un plato delicioso, de muchos ingredientes y fases...como puedo decidir cual va a ser el último bocado? La respuesta es simple, sólo tengo que pensar ‘con que sensación  me quiero quedar’. Pero, como decido cuál es esa sensación? La cosa empeora aún más cuando la comida y la bebida son importantes por igual, ejemplo: desayuno o merienda. Café con leche y alfajor. Licuado y tostada con mermelada o dulce de leche. Chocolatada y vigilante. No. Ahí ni siquiera puedo decidirme por el estado físico de lo último que me lleve a la boca. Supongamos que es el sólido. Me quedo con la masa de la pepa o con el dulce? Me quedo con la parte del borde de la tostada o con la parte del medio? Me quedo con la pastelera del vigilante o será mejor el membrillo? Y todo es un completo caos.

Decidir es optar por algo. Cuando hay un elegido, creemos que ése es mejor al resto de los candidatos. Tardar en decidir, entonces,  puede pasar por tres razones: o bien todo es igual de malo, o  todo es igual de bueno, o la decisión tiene cierta relevancia; que puede ser real o sobreestimada por el decididor .

 En todos los casos, merezco una patada en la nuca. Gracias. 

1 comentario:

Flo® dijo...

Unnerd está desfasado con los comentarios.
Unnerd es del futuro.
Quien es Unnerd?