Asaltada por la verborragia de tener algo para decir pero sin saber bien qué, me senté (con coca al lado) en la penumbra de esta madrugada, a esperar que mis dedos solitos decidan qué tipear.
Me veo y acá estoy, sola en este living alquilado. Sola; ni cabe cuestionarse si está bien o no porque no es un estado, es un hecho, estoy sola.
Esto a veces se siente como tener un grano en la oreja, otras como un cuchillo en el hígado y otras como un pulmotor.
Aunque en algún momento no lo haya creido así, nadie tiene la culpa de que yo esté acá sola, ni siquiera yo; porque lo que pasa es lo que tiene que pasar por ser seres finitos, con contorno, dotados de una interfaz que nos separa del aire y el aire del resto del mundo.
De ninguna manera estoy diciendo que me siento sola, de hecho, todo lo contrario; estoy todo el tiempo megamil rodeada de personalidades presentes, tanto para hacer bien como para hacer quilombo. Pero estar sola si. Es lo que pasa tarde o temprano. Tarde o temprano te sueltan la bici y tenes que salir andando sin rueditas. Y te la das. Mil y una veces te la das.
Pero yo quiero hablar de otra cosa; traumática, enloquecedora.
Aunque en algún momento no lo haya creido así, nadie tiene la culpa de que yo esté acá sola, ni siquiera yo; porque lo que pasa es lo que tiene que pasar por ser seres finitos, con contorno, dotados de una interfaz que nos separa del aire y el aire del resto del mundo.
De ninguna manera estoy diciendo que me siento sola, de hecho, todo lo contrario; estoy todo el tiempo megamil rodeada de personalidades presentes, tanto para hacer bien como para hacer quilombo. Pero estar sola si. Es lo que pasa tarde o temprano. Tarde o temprano te sueltan la bici y tenes que salir andando sin rueditas. Y te la das. Mil y una veces te la das.
Pero yo quiero hablar de otra cosa; traumática, enloquecedora.
Porque mi locura viene principalmente por esa cosa.
Terrible.
Escalofriante.
Desesperante.
Que voy a tratar de explicar.
El reloj se mueve aunque no lo percibas, canta un tic tac asesino que adormece.
Pero de repente te despertás y mirás alrededor todo confundido, como alguien que se despierta de una siesta en un lugar atípico a una hora que no tiene sentido; como lo que vino después de abrir los ojos esa vez que la loratadina me hizo un efecto casi narcoléptico en una plaza y me perdí en un sueño ceniciento abosluto.
Así, te despertás y ves que pasó el tiempo.
Y ahí la catástrofe: un proceso inconsciente que se vuelve consciente y paraliza.
Y la catástrofe es la locura.
El shock.
La sorpresa.
La conciencia.
Las cosas cambiaron de lugar aunque no las hayas visto moverse.
Te voy a dar un segundo para que pienses en lo aterrador que es eso:
Las cosas cambiaron de lugar aunque no las hayas visto moverse.
(...)
Rebobinar la película me muestra hoy escenarios que no puedo creer, de a montones.
Escenarios de todos los aspectos, de todos los colores.
Foto A sacada el día X y foto B, de lo mismo, sacada algunos varios días después y veo que son sutilmente o completamente distintas y me pregunto qué demonios pasó en el medio.
Y cómo.
Y dónde estaba yo cuando pasó.
Es que sí, estaba durmiendo una siesta en un lugar atípico y cuando me desperté, las fotos A, las fotos B, todo el combo de sensaciones y el álbum de escenarios se fundieron en uno solo.
Fue abrir los ojos a la madrugada, aturdida por el tic-tac asesino y verme el cuerpo escribiendo desde la sombra,
en un living alquilado,
con coca al lado
y verme invisible
y sola.
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