14.8.11

Parece obvia.

Me gustó la binariedad con la que el abuelo de mi amigo J.  solía clasificar los amores: los que matan y  los amores por los que vale la pena morir.

Los primeros vienen en forma de sogas.
Los segundos vienen en frasquitos de cristal que parecen no tener nada. (el aire no se ve)

Parece obvia la opción que todo el mundo persigue, pero no. Es que si bien vi personas que andan por ahí salticando con sus frasquitos, más común me resulta ver gente quieta o  que se mueve despacio, con sogas que le cuelgan. 

Probablemente es por lo que dijo Joaquín; 

amores que matan nunca mueren.



p.d.2: El abuelo de mi amigo J. se llamaba Joaquín.


1 comentario:

Buscando A3 (A al cubo) dijo...

Creo que los amores que matan los buscamos para calmar nuestro hambre suicida

y nunca mueren porqu3e nunca lo saciamos hasta que nos morimos.

Saludos