7.9.10

Hoy por hoy.

Ante un gobierno sin ideología de fondo, efectista, populista (ni progresista ni de izquierda ni peronista ni de derecha, sino de lo que genere más aplausos), unitario, que lucra con derechos humanos y disfraza lo malo de bueno en nombre de la justicia social, que impunemente y sin importarle siembra sensación de golpe de estado cada varios meses porque sabe que así toca un punto sensible en la sociedad, que pasa por alto los otros dos poderes que conforman el gobierno y así dirige un país en el que no se puede ahorrar, mucho menos invertir, donde las políticas de 'igualdad' y ‘redistribución’ generan desigualdad por ser desiguales por donde se las mire, donde nos toman el pelo con las estadísticas manipulándolas delante de nuestra nariz, pintando un país brillante con cifras que se contrastan con otras del pasado en valor nominal. Un país donde la inflación y la inseguridad nos viola todos los días y nadie hace nada al respecto (no, ese que la inseguridad es un holograma!), donde no se habla de narcotráfico ni hornos de paco, donde los jubilados cobran una miseria y nadie hace nada al respecto, y si se plantea un 82% móvil para hacer algo al respecto, el estado entraría en default, simplemente me encantaría que algo se haga del modo correcto y no al revés. Cuando digo esto me estoy refiriendo, por ejemplo, a que el estado garantice a perpetuidad comida, educación y medicamentos para toda la población; y no netbooks para pocos, AHU a otros y hambre e ignorancia para otros varios.

Tal como dijo un ciudadano como yo , queremos la revolución, la revolución de la sensatez.

Que los maestros sepan y enseñen; que los estudiantes estudien y aprendan; que los empleados públicos trabajen; que los que no cumplen sean castigados y los que cumplen sean premiados; que cuando se invierta y se gane, se pueda disponer de las ganancias; que la policía brinde seguridad; que los delincuentes estén presos; que los funcionarios sean honestos y competentes.

Que los presidentes asuman su poder de conducción real y dejen de pelearse por conservar todo el poder a cualquier precio; que los planes sociales atiendan las necesidades de los más pobres sin imponer un manejo político; que el país esté integrado al comercio internacional, buscando oportunidades de negocios; que el Indec cumpla su objetiva función técnica con rigor y claridad; que el poder judicial trabaje para la verdad inhabilitando las avivadas de la mala política; que el sindicalismo defienda a los trabajadores de los abusos empresarios y no funcione mafiosamente en beneficio de sus líderes; que las leyes se cumplan...

Y tal vez, por sobre todas las cosas... que los ciudadanos abandonen la comodidad de la queja y el escepticismo pseudo inteligente para pasar a protagonizar esta revolución de la sensatez aportando activamente a una política que ayude al crecimiento.


Hoy es extremo desahucio. Es que c
on el gobierno en una esquina y la oposición en la otra, lograr esto parece imposible por donde se lo mire.
Espero que el sentimiento dentro de un año sea otro .

No hay comentarios.: