13.9.10

Colección de preguntas.

El 26 paró a mitad de cuadra, ante la solicitud de varias manos agitándose debajo de la lluvia. Apurada, una mamá veintipicoañera subió a su hijita de preescolar. ‘Subite, dale, sentate ahí, mirá’. Mientras la mamá sacaba los boletos, Sami (tal cual decía su bufanda) y su tortuga de peluche hicieron caso. Atrás una cincuentiseñora de amplias dimensiones y ropas simples, una teenager de movimientos tímidos y un gordito adolescente con cara de bonachón, se adentraron en el bondi con el mismo apuro que la primera y que la última, de la que se escuchaba Bariló, bariló, no vamo a bariló! Pero el canto no macheaba con la persona. Femenino, de veintipico casi treinta. El apuro es por la lluvia, pensé.

Todos en ese combo quíntuple manifestaban una ansiedad incontenible, aunque cada uno en diferente medida. Eso, sumado a cierto parecido fenotípico fue totalmente concluyente: venían todos juntos.

Se sentaron. Sami y su mamá en una pareja de asientos, la ciencuentiseñora con el femenino gritón en otra y la teenager en la falda del adolescente bonachón, que la abrazaba y le hacía mimos. ‘Vamo que no vamo a bariloo!!’ seguía repartiendo la chica que subió última. Desenvelta, excesivamente simpática y demasiado alterada para la hora; su histrionismo mantenía la ansiedad del resto a tope. Como producto de un contagio instantáneo, la mama la agarró a Sami, la sacudió: ‘Barilooo samiii!!! Mira si nosotros nos vamos a Barilo?!?!’ Los ojitos de Sami mirando paralelo, se iluminaron y la nena soltó una sonrisa. ‘La bandera la van a colgar cuando salgan a la ruta, no?’ Dijo la cincuentiseñora, a lo que el adolescente bonachón contestó con risitas. La teenager seguía sin hablar pero sonriendo levemente cada tanto. ‘Vos te levantaste tan temprano para verla a ella???’ El adolescente bonachón asintió. ‘Ves por qué te banco, cuñado??’ Seguido a eso, la histriónica sacudió a la chica teen diciéndole cosas por lo bajo, en tono de ‘Vamos!! Arriba el animo!!’ Ahí le vi la cara. La teenangel estaba llorosa. ‘No, el se levantó temprano para hacerle mates a la suegra’. Dijo cincuentiseñora.

Con esa última frase, cuatro de las seis caras del cubo mágico estaban resueltas. El chiquito bonachón era el novio de la chica teen. Ésta y la histriónica eran hermanas y la señora era la mamá. Pero todavía quedaban preguntas: Qué eran del resto Sami y su mamá? Por que la teenangel lloraba? Quien se iba a bariló? Se iba el chico? Se iba ella? Ninguno de los dos había mencionado la palabra Bariloche. Ninguno de los cinco tenía bolso.

Me bajé del bondi y fui directo al subte, habitado por una multitud enlatada bañada de silencio sepulcral. Cada tanto un gemido de dolor, algún codo incrustándose en el estómago de alguien. Después de algunas estaciones, una señora lo rompió. ‘Por que llorás?’ Le dijo a la chica que viajaba al lado de ella, que no respondió pero movió la cabeza. ‘Querida, no te preocupes, María es terrible, no le des bolilla....ay, uffff...no me traigas más al subterráneo, ya me falta el aire y ni sé donde tengo la cartera.’ Nunca les vi la cara.

Llegando a destino, me abrí paso entre la gente. Al lado de la puerta, otra señora me clavo los ojos. Era impresionante. Nunca vi a una persona de cara tan lánguida, blanca, con dos pozos en los que tenía incrustados los ojitos saltones y bien abiertos. Con pómulos como alfileres, cabeza redonda y chiquita. El pelo era una especie de peluquín rubio corto, prolijamente peinado y la boca era como un copito de merengue. Sostenía un paraguas con las manos de una mujer de 90 años, aunque en general no representaba más de 50. Me clavó los ojos al punto de que me dolió. No se si me los clavó por como la miré o la si miré así por como me los clavó. No importa. Me puse a enumerar mentalmente enfermedades que generen deterioro físico. Desorden alimenticio? Anorexia? Cáncer? ... Nada? Y mientras, pensaba que su tapado debería pesar más que ella misma.

Me bajé y empecé a caminar hacia la oficina. ‘Donde queda la calle Venezuela??’ Un pibe me explotó la burbuja deliberadamente. Me descolocó. ‘Ehh...uyy..es por acá cerca, a ver pará...para allá, claro, corre así...entonces es para allá. No, momento. Es para allá, pero corre al revés....bueno, preguntale a otro’. Fui de suma inutilidad y malgasté 10 segundos de la vida de ambos, pero de todos modos me lo agradeció.

Ya casi llegando a la puerta, caminando abajo de la lluvia finita mientras pensaba en la colección de preguntas sin respuesta que me acababa de encontrar, escuché la frase de un pibe trajeado y la adopté como propia: Otro lindo día para quedarse en casa.



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