9.12.11

Tic-tac.

The Scientist by Natasha Bedingfield on Grooveshark
 

Asaltada por la verborragia de tener algo para decir pero sin saber bien qué, me senté  (con coca al lado) en la penumbra  de esta madrugada, a esperar que mis dedos solitos decidan qué tipear.

Me veo y acá estoy, sola en este living alquilado. Sola; ni cabe cuestionarse si está bien o no porque no es un estado, es un hecho, estoy sola.  
Esto a veces se siente como tener un grano en la oreja, otras como un cuchillo en el hígado y otras como un pulmotor. 

Aunque en algún momento  no lo haya creido así, nadie tiene la culpa de que yo esté acá sola, ni  siquiera yo; porque lo que pasa es lo que tiene que pasar por ser seres finitos, con contorno, dotados de una interfaz que nos separa del aire y el aire del resto del mundo. 

De ninguna manera estoy diciendo que me siento sola, de hecho, todo lo contrario; estoy  todo el tiempo megamil rodeada de personalidades presentes, tanto para hacer bien como para hacer quilombo.  Pero estar sola si. Es lo que pasa tarde o temprano. Tarde o temprano te sueltan la bici y tenes que salir andando sin rueditas. Y te la das. Mil y una veces te la das. 
Pero yo quiero hablar de otra cosa; traumática, enloquecedora.
Porque mi locura viene principalmente por esa cosa.
Terrible. 
Escalofriante.
Desesperante.
Que voy a tratar de explicar.

El reloj se mueve aunque no lo percibas, canta un tic tac asesino que adormece.
Pero de repente te despertás y mirás alrededor todo confundido, como alguien que se despierta de una siesta en un lugar atípico a una hora que no tiene sentido; como  lo que vino después de abrir los ojos esa vez que la loratadina me hizo un efecto casi narcoléptico en una plaza y me perdí en un sueño ceniciento abosluto. 
Así, te despertás  y ves que pasó el tiempo. 

Y ahí la catástrofe: un proceso inconsciente que se vuelve consciente y paraliza.

Y la catástrofe es la locura.
El shock.
La sorpresa.
La conciencia.

Las cosas cambiaron de lugar aunque no las hayas visto moverse.

Te voy a dar un segundo para que pienses en lo aterrador que es eso:

Las cosas cambiaron de lugar aunque no las hayas visto moverse.

(...)

Rebobinar la película me muestra hoy escenarios que no puedo creer, de a montones. 
Escenarios de todos los aspectos, de todos los colores. 
Foto A sacada el día X y foto B, de lo mismo, sacada algunos varios días después y  veo que son sutilmente o completamente distintas y me pregunto qué demonios pasó en el medio.
Y cómo.
Y dónde estaba yo cuando pasó.

Es que sí, estaba durmiendo una siesta en un lugar atípico y  cuando me desperté, las fotos A, las fotos B, todo el combo de sensaciones y el álbum de escenarios se fundieron en uno solo.

Fue abrir los ojos a la madrugada, aturdida por el tic-tac asesino y verme el cuerpo escribiendo desde la sombra,
en un living alquilado, 
con coca al lado
y verme invisible

y sola.

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