Mientras.

 

Un dia fui un cuadradito

y encontré un lugar de cuadradito para mi

un  lugar cómodo

a medida

lindo

calentito

y cuadradito.

Aunque me costó encajar,  pude

me acomodé en el hueco

hasta que otro día lo tuve que dejar,

como cuando sos inquilino y el dueño te pide el local.

Un poco triste, salí a buscar otro lugar de cuadradito para mi

y encontré huequitos.

Me metí en todos, medio a la fuerza.

Todos resultaron ser demasiado algo,

algunos grandes,

otros chicos,

otros simplemente incómodos.

Y un dia mi viejo lugar de cuadradito estaba vacío,

me estaba esperando

estaba ahí,

listo para que lo quiera ocupar de nuevo.

Corrí hacia él, entusiasmada

como para terminar la corrida en un salto que me meta en el huequito otra vez.

Pero cuando llegue me paré al lado,

lo miré en detalle,

y aunque me dio cosa,

miedo,

desconfianza,

me metí.

Sonreí
aunque solamente por un ratito

porque después me ajustaba atrás,

me sobraba adelante,

era muy playo

y de color muy pálido.

Lo miré de nuevo.

No tenía nada de distinto.

Nada.

Todo igual.

Pero después me miré.

Y ahí vino el relámpago

Me miré.

Me vi.

Entendí.

Habia pasado el tiempo

y sin darme cuenta,

sin haber visto el mientras,

yo me había convertido en triángulo.