21.2.11

Achicando el momento.

Otra vez el blog mitigando una noche de insomnio. No me puedo dormir, doy vueltas, miro la hora y entro en el círculo vicioso (más tarde, más insomnio, más ansiedad, más tarde). Pero lejos de enroscarme en el asunto, preferí subestimar este momento y salté de la cama para eso, para que escribiéndolo se haga chiquito.

Lo que me pasa se llama extrañamiento, simple y llano. El escenario es un departamento en silencio y en el medio yo, revolviendo fotos, ridículamente vestida con una remera gigante y usada (sólo por el olor que conserva), rodeada de peluches colorinches y abrazando una almohada que también tiene ese perfume especial pero que no quiero oler demasiado para no gastarlo. Me acompañan dos chocolates barilochenses y un pote de dulce de leche con cuchara adentro. Esa soy yo a las dos a-eme, cuando nada logra llenar el vacío que a cada rato me hace estirar los bracitos al aire (posta). Escribirlo me vuelve aun más auto-consciente y si encima agrego el hecho de que estoy buscando un tema depresivo para que sea banda sonora de este momento tan terrible, me termino de sentir verdaderamente una pelotuda.

A todo esto, me acuerdo cuando mi perro estuvo llorando tres días a mi otro perro muerto tirado al lado de su tumba y al cuarto día desenterró el collar y siguió un tiempo más llorando al lado. La verdad que no me siento tan fuera de lugar, lo tomo como parte del instinto animal.

También pienso que nada más pasaron un par de horas y que faltan muchas muchas más. Por ahí debería invitar vecinos a dormir todas las noches, o dormir con música, o pegar fotos o gigantografías en las paredes, o no dormir. Por ahí después de todas esas horas que quedan termino obesa y mugrienta, con la misma remera que tengo puesta ahora y con la gigantografía pegada en la almohada. No se.

Pero creo que nunca voy a poder entrar a Gran Hermano.

No hay comentarios.: