7.11.10

Felíz día Felíz.

El día terminó como empezó, con libros desparramados en la mesa y yo en el living. Un documental de aztecas, Mythbusters, el flaco de Discovery que sobrevive en el Sahara tomandose su meo, una peli mala pero tierna de Güinet Paltrou (no me pidan que lo escriba bien, gracias que le puse la diéresis), Fabián Gianola, Susana, Freddy Villarreal; todos pasaron menos yo, que permanecí en la pajarera con los treintaypico de térmica y sin mover el creciente trasero del sillón más que para ir a comprar un melón y 100g de jamón cocido (ah si, a mi me gusta con jamón cocido). Aún así, fue un domingo productivo, pero domingo al fin, olvidable.

Podría escribir sobre lo olvidables que son casi todos los domingos sobre todo después de, más o menos, las tres de la tarde (che, creo que me parece canchero escribir los números con letra) ; podría hacerlo incluso, en memoria del moscón que hoy mismo murió electrocutado con la lámpara del pasillo, incrementando el ya alto índice de suicidios en el último día del fin de semana, pero no; no porque eso me pone en el dilema de cada semana (y no quiero más dilemas): no sé si odio más los domingos o los lunes. Los domingos la ciudad se para, es EL día para hacer lo que no hago de lunes a Sábado y es el previo al lunes (si, lunes no merece la mayúscula). Domingos del orto. Pero uno nunca está psicologicamente preparado para los lunes, porque los lunes sí que son lunes del orto. Aunque si odio más los domingos previo al lunes, entonces odio más los lunes, aunque los lunes me distraigo más. Bueno, no sé; domingos y lunes del orto y punto. No quería hablar de eso.

Hoy me puedo dar el lujo de ver terminar otro domingo (si, del orto) y explayarme y no acostarme nunca jamás en la noche porque mañana gozo de lunes no laborable. Mañana, bah, hoy (pero claramente el día cambia cuando uno ya durmió) es el día del Empleado bobesponja Municipal. FA, tomá mate.

Me quedé pensando, que lindo cuando de pibita flasheaba con ser una científica como los de los dibujitos de la Billiken y operando cada juguete que me regalaban para ver como funcionaban. Años de revista Descubrir y El Mundo de Beakman. Noches enteras en vela pensando como las cosas en 'consejos útiles' (Cablín), iban de abajo para arriba. Quería potabilizar el agua de mar a bajo costo, ganar el Nóbel y salvar a la humanidad evitando las próximas guerras mundiales.

Y hoy festejo el día del empleado municipal.

(...)

De repente parece domingo de nuevo, mejor me voy a dormir.

2 comentarios:

unnerd dijo...

Sabía usted que el mismísimo don Beakman (es decir, el señor Paul Zaloom disfrazado con su excéntrico atuendo) vendrá a nuestra queridísima Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

... y no son sólo rumores. Tal vez le sirva para ser pibita otra vez y flashearla con ser científica.

unnerd.

Flo® dijo...

CHAN. Revelador.