24.2.10

Pocas palabras bastan.

Tres de la tarde. La señorita tipeaba, muy ensimismada. Mejor dicho, muy ensucomputadora-mismada, pero con una leve conexión al mundo exterior. 

En la oficina hubo ningún ruido, hasta que se empezó a esbozar un debate generacional a lo lejos. Ella no se interesó particularmente en el contenido, porque pudo imaginárselo. No era la primera vez que acontecía algo de ese estilo; un debate entre el señor C , avanzado en edad, que sufre de excesos de amabilidad y buenos modales; y las señoritas L, de notable educación y que visten juventud de marca. Siempre el eje era el mismo; generación C vs. generación L. Y nada nuevo esta vez.

En consecuencia, la señorita siguió tipeando. Movía sus dedos al ritmo de un background argumentativo que comenzó siendo molesto hasta que se mimetizó y  se hizo parte del silencio inicial.

Pero tan repentina como selectivamente, una frase pareció romperlo; abriéndose paso entre las demás, como una ambulancia en un embotellamiento. De esa misma manera, llegó hasta sus oídos y resonó hasta que la hizo estallar de risa. 

Todo fue cuando el señor C, se impuso ante las otras dos voces con ánimos de redondear su ardua argumentación, y lanzó  a las señoritas L  , ‘Saben lo que necesitan ustedes, jóvenes que creen que se las saben todas??  ...que les den un buen guascazo!!!’

Silencio en la sala. 

(...)

Claramente, la brecha generacional impediría ad infinitum el entendimiento entre ambas partes, y la discusión terminó de forma automática en un estallido de risas general y exclamaciones escandalizadas de las señoritas L, superpuestas con aclaraciones ruborizadas del señor C . 


Guascazo: Azote dado con una guasca o cosa semejante, como un látigo o una vara flexible.

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