Aburrimiento.

La suprema expresión de la indiferencia y sin dudas, uno de los peores sentimientos del mundo. Definitivamente son menos nocivos para la felicidad los males físicos que el aburrimiento. Es una mezcla inigualable de desgano, falta de imaginación y malhumor. Aunque lo peor del aburrimiento no es que uno no encuentra que hacer; sino que a uno no le interesa encontrar algo que hacer; o peor aún, uno desesperadamente quiere encontrar algo que hacer, pero nada es lo suficientemente bueno o motivante. Todo se siente rutinario y lo que no se siente así requiere demasiada energía para ser llevado a cabo. La cabeza se bloquea y reacciona igual ante cualquier idea: “ah no, eso no.” Se cae en un círculo vicioso de autoenojo causado por encontrarse a si mismo en esta situación, y dicho sentimiento genera más malhumor, más deseos de salir de él; pero a la vez menos ideas, y por lo tanto...más aburrimiento.
Aburrimiento; manifestación de la eterna disconformidad. También sucede que uno cuando está aburrido, es aburrido en las maneras en que decide sacarse el aburrimiento; es decir, siempre prueba con lo mismo. Encima, en esa situación uno no hace las cosas tales como las haría habitualmente, sino que las hace de manera aburrida. Leer un libro, en realidad es sentarse a mirar las letras, o en todo caso, leer cada párrafo salteando renglones, acelerando el proceso por alguna razón. Mirar TV se convierte en encender el artefacto y hacer zapping del canal 2 al 82 (si, cuando me domina el aburrimiento llego hasta el 82) cinco o seis veces de ida y de vuelta, y todo lo que se ve es una secuencia de imágenes sin relación alguna: aburrido, apagado estaba mejor. Ver por vigésimo octava vez el glorioso capítulo 12 de tu serie favorita y repetir una y otra vez esa escena que tanto te conmueve... esta vez no surte efecto. Conectarse a internet se trata de abrir el MSN y, al ver que están todos ausentes mirar la pantalla de manera hipnótica, leer los nicks, mirar avatares...hasta empezar a sentirse patético, y cerrar cesión. Entonces uno se pone a revolver fotologs de gente extraña y sobre todo mucho mas cool que uno, nuevamente se siente patético. Tocar la guitarra es otra alternativa, pero el desgano hace que suene peor que si uno tocara con los pies. Como es inaceptable escucharse tocar tan mal, se abandona la actividad. Parece no haber solución. Comer o dormir parecen ser el mejor plan.
Yo suelo sufrir de episodios de severo aburrimiento... es que mi vida es tan intensamente divertida que los episodios de aburrimiento tienen igual intensidad (?). De hecho, hace un rato tuve uno, y fue el afán de librarme de él el que me trajo acá frente a la pc. Me dije ‘esto apesta, voy a escribirlo’... por accidente, pero afortunadamente, resultó bastante divertido.